jueves, 5 de diciembre de 2013

Este eterno domingo.

Y, sin ti, como bien dijo Sabrina, la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. Todo sigue. Todo excepto yo. Yo me quedo, aquí, tirada en la cama, sufriendo en este eterno domingo en el que tengo demasiado tiempo libre para recordar que estoy perdida. Y que somos una horrible causa perdida. No quiero abrir los ojos. ¿Para qué? Y tampoco quiero salir de mi habitación. No me avises cuando la cena esté lista. Dejadme un poquito sola, en silencio, mientras y escribo y desvivo por encontrar una salida antes de que empiece a gustarme demasiado este todo decadente estilo de vida. Todo este arañarme la herida preguntándome si estarás siendo feliz sin mi, y sé que sí, así que ya no solo me hiero, si no que sangro, pero tampoco grito. No, no grito. No quiero llamar la atención, ni gritar auxilio, ni mandarte por whatsapp ese "rescátame, joder" que siempre termino borrando. Estoy segura que tropezarme un poquito más contra el suelo, por tropezar con la misma puta piedra de siempre, me enseñará algún día que hay veces que no merece la pena quedarse mucho tiempo en el mismo lugar. Aquí solo hay precipicios, cariño. Precipicios y fotografías nuestras. Que, en realidad, vienen a ser lo mismo. Así que, te explico y atento: la próxima vez que nos veamos nos sonreiremos, y nadie sabrá que, en realidad, nos estamos apuñalando el alma. Nos preguntaremos que tal estamos y diremos que bien, aunque tú sepas que yo estoy jodida y aunque yo ignore si has conseguido ser feliz. No hablaremos de nuestros sentimientos, para que, hablar de sentimientos es de personas valientes, de perdonas fuertes; y nosotros solo somos un  par de gilipollas; yo, una gilipollas que escribe cosas bonitas sobre el amor, y tú, un gilipollas que sabe desordenarme el ciclo de sueño demasiado bien. Y no dejaremos de sonreír en todo momento, sera nuestra manera de gritar. Acuérdate de lo que te digo. Y luego nos iremos y querremos quedarnos un poquito más. Querremos jugar a ese juego de sentir que le importamos a alguien. Un juego peligroso, vaya. Pero no jugaremos. Como decía, nos iremos y ni siquiera nos giraremos para mirar atrás. Quizá no haya ni dos besos de despedida, quizá ni un "hasta pronto". Quizá lo más conveniente sería despedirse con un "descanse en paz". Con un punto y final. Con un " ni vivieron felices ni comieron perdices". Se emborracharon como un día de fiesta cualquiera y siguieron deseando que alguien les rescatase esa noche y todas las demás. Siguieron creyendo en el amor, aunque doliese. Siguieron esperando, aunque ya fue demasiado tarde. Y así toda la vida. Sí, creo que ese sería un final bastante adecuado. ¿No crees? Y que triste.