domingo, 15 de junio de 2014

El sexo de la risa


"¿Sabes qué? No sabía lo que era echar de menos. Hasta el día en que te fuiste y me vi obligada a empezar a hacerlo.
No a ti, sino a todas esas pequeñas cosas que te hacían algo gigante en mi vida.
Ya nade se toma la molestia de levantarme a gritos. Si supieras que ya no queda nadie que se atreva a llevarme la contraria. Como si pudiese yo sola con todo este peso.
Qué mundo más absurdo este sin que me obligues a ver todas esas películas sin sustancia que a ti te gustan, y a dormir mirando hacia tu lado.
Espero que la pobre ignorante que te acompañe aprenda a decirte que no, con la misma facilidad con la que yo aprendí a decir que sí.
No te asustes. Todo lo que te odio es sólo una pequeña parte de lo que te quiero. Todo este rencor no llega ni al primer escalón de todos los recuerdos que me hacen escribir esta carta.
Te sigo esperando, sentada en Madrid.
Te sigo esperando, no esperes que se me olvide.
Te sigo esperando, que no se te olvide."