...Los dos conectan bien.
A veces aparecen personas en tu vida y la ponen patas
arriba, él era así, el caos en persona.
Un día aquí, otro allí; hoy te quiero, mañana quién sabe…
Pero desde el primer momento en el que sus miradas se
cruzaron, desde que él pronunció su nombre por primera vez, desde que sus
dientes chocaron al besarse, ella ya lo supo. Es algo que no puedes explicar
con palabras, es felicidad y a la vez tristeza, es algo que te marca para
siempre, es amor.
Ella lo sentía, estaba segura. Pero ¿y él? Él odiaba estar
atado, era algo bipolar y tenia una rara forma de querer. A veces Oniria lo
miraba y podía adivinar exactamente en qué pensaba, en cambio otras su mirada
estaba perdida Dios sabe dónde y era imposible hacerse una mínima idea de qué
era lo que pasaba por su cabeza.
Los papeles estaban cambiados y eso a ella le asustaba.
Ahora era ella la que no podía pasar sin escuchar su voz, ver su sonrisa o
darle un abrazo, ni un solo día.
Pero valía la pena, lo comprobó aquella noche, en la que dos
cuerpos de alfiler se pincharon sin freno. El sexo es parte del amor, es
sentirse uno junto a esa persona, es confiar plenamente en el otro, es…Es… Es
algo imposible de describir. Ella no se haría entregado a cualquiera, él no era
cualquiera, y lo supo desde el primer momento aunque se hiciese el loco.
Nadie entenderá nunca lo que sintió al tenerle tan cerca, al
sentir corazón latir a mil por hora, nunca nadie había conseguido hacer que se
le erizara la piel solo con un susurro, nunca nadie, excepto él.
La inocente Oniria estaba sorprendida, había cosas que ella había
planeado y él deshizo todos sus planes colándose en tu vida como un huracán
arrasando con todo.
Tenia tantas ganas como miedo, y tanto miedo como ganas.