lunes, 29 de diciembre de 2014

Feliz navidad.

La navidad es eso, una excusa para querernos, para sacar lo mejor de nosotros y para decir lo que no nos atrevemos a decir el resto del año. Nos da valentía para seguir adelante.

En definitiva, la navidad nos da ganas de vivir.

domingo, 21 de diciembre de 2014

A esta historia se le acabaron los puntos suspensivos.


No sé si sabes lo que quiere decir adiós. 
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca, vivir entre otras gentes, reírse de otras cosas, morirse de otras penas.

lunes, 15 de diciembre de 2014

A ti:

A ti, que aunque nunca fuimos nada, siempre hubo algo entre nosotros. 
A ti, gracias por hacerme sentir que era capaz de volver a sentir.

Aprendemos con los daños.

Ahora sólo pierdo el tiempo en mí, yo primero y lo demás mucho después. Ahora yo decido qué vivir, qué soñar, qué recordar y qué sentir.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Pierde el que se va, no el que se queda.


Es lunes,
el tiempo pasa lentamente.
y es frustrante… 
tan áspero e insípido, 
y no,
no es el tiempo, ni el día,
es el hecho,
el momento en que no sé
qué hacer contigo.

sábado, 29 de noviembre de 2014

En ruinas como Roma.

Si todos los caminos llevan a Roma, ¿Cómo se sale de Roma?. A veces pensamos demasiado y sentimos muy poco. Mi abuelo siempre decía: “que si alguien quiere seriamente formar parte de tu vida hará lo imposible por estar en ella”. Aun que en cierto modo, perdamos entre pantallas el valor de las miradas. Olvidando que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos esta regalando algo que no recuperará jamás. Y es que la vida son momentos ¿sabes?. Y ahora estoy aquí y mañana, mañana no lo se. Así que quería decirte, que si alguna vez quieres algo, si quieres algo de verdad, ve por ello sin mirar atrás. Mirando al miedo de frente y a los ojos, entregándolo todo y dando el alma, sacando al niño que llevas dentro. Ese que cree en los imposibles y que daría la luna por tocar una estrella. Así que no se que será de mi mañana. Pero este sol siempre va a ser el mismo que el tuyo…

lunes, 24 de noviembre de 2014

''Seguimos confundiendo la falta de sueño con la falta de alguien que nos haga soñar''

No te llamo para pedirte que vengas. Sabes que no rogaría algo ni aunque dependiese mi vida de ello. 
Te llamo para saber que tal estás, no mejor.. te llamo para que sepas que tal estoy. Te llamo porque es impredecible saber cuando volverás a hacerlo tú. Te llamo para oír tú voz, y también para dejar de oír mis gritos.
Te llamo pero no acabo de saber para que lo hago. Te llamo para olvidar y también para recordar la ausencia, te llamo porque te echo de menos y para convencerme de que no quiero verte más. Pero a pesar de todo eso, te llamo. 
Te llamo porque te quiero, al menos como a un capricho; Como al capricho que hoy ya no duerme a mi lado y hace que olvide lo que es dormir por las noches.
Te llamo para que me des excusas, porque así por lo menos me sigues dando algo… y te llamo para decirte con voz rota y mucha rabia que podrá hacer tu vida un poco menos gris, pero nunca sabrá hacerte reir a cielo despejado.
Lo hago para hacerte llorar y hacerme sonreír; Para convencerte y convencerme de que serás un infeliz toda la vida, pero que eso no me hará más feliz a mí.
Irene X

lunes, 17 de noviembre de 2014

(des)esperando


No te alejes,
no se te vaya a ocurrir dejar un espacio, entre nosotros y las sábanas.
Te quiero cerca, enredado entre mis piernas, respirando mi aire,
saciando hasta la última gota de éxtasis, te quiero,
aquí, ahora, en este instante,
derritiéndome.

martes, 11 de noviembre de 2014

Que difícil el olvido, que fácil el recuerdo perpetuo.

Te preguntas por qué diciembre
te eligió a ti entre tanta gente
mientras te pintas los ojos para ver
si cambia el mundo.

Tiras las preguntas sobre la cama
como quien vacía un bolso en ella
y te viene a la cabeza el día en que rompisteis
y se os atravesó el destino en la garganta.

Vuelves a los mismos pensamientos una y otra vez
y vas haciendo tu lista de reproches contra el mundo.
Te gustaría volver a una región sin sobresaltos
pero la niñez es sólo una foto amarilla.

Poco a poco se va haciendo de noche,
la tarde lo va llenando todo de cuervos
y el destino no clava ningún mensaje en tu contestador.

Le das alguna calada más al fracaso,
ese cigarro inacabable,
intentas esquivar las preguntas una y otra vez,
como a un invitado
que no se da por aludido cuando acaba la fiesta
y no quiere marcharse.

Buscas el interruptor para apagar tu cabeza
y hallas refugio en una serie tonta americana.
Piensas en todo lo que le dirías
si le volvieras a tener enfrente
y te recolocas la tristeza en el pelo.

Sé que no pides consejo a nadie
porque corres el riesgo de que alguien te diga la verdad.
Vives esperando un volantazo del destino
harta de echar de menos el cuerpo al que renunciaste.
Entonces ignorabas que esto pasaría
y que echar de menos es renunciar al presente.

El día pasará y la vida seguirá,
ganarán los mismos
perderán los de siempre,
y quizá, si eres paciente,
si dejas de correr –y te perdonas–
la vida deje de ser ese autobús
que se escapa justo cuando llegabas a la parada.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Ella habla sola.

Me haces mucha falta, por supuesto, como al alcohólico que le hace falta el licor pero sin lugar a dudas está mejor sin él. Exactamente eso es lo que me pasa, me acostumbré a tenerte en mi vida sin importar el daño que me hacías, cuando me di cuenta era demasiado tarde para evitarlo, pero no tanto como para darme por vencida. Entiendo la ansiedad que sufren los adictos, porque supongo que algo así me pasa, quisiera volver a tenerte cerca pero sé que no está bien y me contengo, evidentemente no es fácil, te sigo escribiendo, aunque me leas o no. Espero rehabilitarme de ti lo más pronto posible, dejarte por completo y por fin, tener tranquilidad.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Autodestrucción 1.

No se si reir o llorar cada vez que alguien me pregunta por ti.
Hace tanto que no te tengo cerca que ya casi he olvidado como hueles, como sabes, como miras y como hablas. 
Hace tanto que te echo de menos que he tenido que inventarme recuerdos nuevos para seguir sintiéndote conmigo. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Si alguna vez alguien me escribe algo así de bonito, recordadme que me case con él.


Ella es caótica e impredecible.
Nunca sabes si  te va a amar o a odiar,
si va a huir o te va a pedir que no te vayas nunca.
Y es por eso por lo que hay que amarla,
porque en sus idas y venidas,
puede ofrecerte todo,
o dejarte sin nada.
Tenía una tristeza que dolía,
sin embargo,
no vi a nadie, jamás,
reírse tan fuerte de la vida.

Por eso la amé,
porque era lo más parecido a la felicidad
que había encontrado.

lunes, 13 de octubre de 2014

Me has dejado llena de por qués.

Por qué no volvemos. Recuérdamelo, por favor. Por qué no nos queremos de vuelta, de segunda mano o de ocasión. Por qué. A ver, si es que había tantas razones, es que te juro que las había. Es que hasta las llegué a apuntar en algún sitio. Y ahora va y no las encuentro. Justo cuando más las necesito. Justo cuando sólo recuerdo todo aquello que juré olvidar. Así que si no te es mucha molestia, recuérdame por qué no nos dejamos de hostias. O por qué me las sigo dando yo.
Por qué no volvemos. Por qué me despierto y lo primero que hago es pensar en tus fotos. Pero si las metí en el fondo del cajón ese que ya ni abro. El de las cosas perdidas aposta. El de los recuerdos que son demasiado grandes para llevarlos encima. Malditas fotografías. Malditas emulsiones enmarcadas en vidrio. Escaparates de 15x9 que ya sólo te venden saldos, instantáneas con retraso de lo que pudo ser y no fue. Por qué las escondí allí, si se me agarran a la retina día sí día también. Por qué hago ver que no las veo, si no me hace falta ni mirarlas, si ya me las sé.
Por qué no volvemos. Por qué no dejo de seguir tus pasos. Por qué entro de puntillas en las redes sociales como quien entra a por algo que se dejó. Por qué analizo tus fotos, tus gestos, tus lugares y tus palabras. Por qué veo en cada nuevo amigo o contacto tuyo un potencial enemigo. Por qué me da miedo que me olvides con ellos, que me entierres sin mí. Por qué busco señales que al fin y al cabo tú ya no emites. Por qué. Eh. Por qué.
Por qué no volvemos. Por qué no he sido capaz de volver a sentarme en la única mesa maldita de nuestro restaurante. Por qué salgo todas las noches como si nada, como si jamás te hubiese conocido. Y por qué les acabo pidiendo a todas que hagan de ti. Que les gusten tus mismas cosas. Que se rían como lo hacías tú. Por qué las comparo siempre contigo. Qué culpa tendrán ellas de no alcanzarte. De no saber que me exististe. De no poder acabarse este final.
Por qué no volvemos. Por qué sigo mirando el móvil cada dos horas simplemente para ver si estás en línea. Por qué empiezo a escribir siempre el mismo mensaje. Uno que arranca con un por qué no volvemos. Uno que sigue explicándote cuánto te echo de menos. Que ya casi olvidé tus defectos. Que me quedé solo a soportar los míos. Que ya es mucho soportar para una sola persona. Y por qué, cuando acabo el mensaje perfecto, le doy siempre al borrado completo en vez de al enviar. Por qué no te llamo cuando tengo tantas ganas de hablar.
Por qué no volvemos. Dímelo, de verdad, tan sólo recuérdamelo una vez más. Aunque te cueste algún que otro esfuerzo. Hazlo por este pedazo de vida tuya que sigue a la deriva de los recuerdos. Por los viejos tiempos. Por este mal sabor de boca después de algo tan dulce. Por lo que fuera yo en tu vida. Por lo que sea. Por lo que fui.
Yo la verdad es que no he aprendido. Sigo estando igual. Me siguen haciendo daño las mismas cosas. Me siguen emocionando las canciones de siempre. Sobre todo ahora, que sé que en realidad todas me hablaban de ti. Me sigo haciendo muchas trampas al solitario. Me veo con los mismos amigos a los que les ruego que no me hablen de ti. Hasta que les acabo preguntando yo. Ah, y he vuelto al microondas, que cocinar para uno ya sabes que no vale la pena. Supongo que soy aún más difícil. Imagino que el gas noble de mis manías se habrá expandido hasta ocupar parte del hueco que dejaste tú. Y seguramente, a base de vivir conmigo, me habré vuelto mucho más yo.
Por eso, te podría decir que he cambiado. Que ahora sí que sí. Que ahora entiendo por qué no funcionó lo nuestro. Que por qué no volvemos. Que por qué no intentarlo, sabiendo lo que sabemos. Pero te estaría mintiendo, y lo haría simplemente para conseguirte de nuevo, para volverte a tener, para volverme a dar a ti.
Nos estaríamos engañando de nuevo.
Y volveríamos dispuestos a ello, tan sólo por lo mucho que nos queremos.
Tan absurdo como cuando estábamos juntos y tras cada silencio resonaba siempre la misma pregunta.
Por qué no lo dejamos.

domingo, 5 de octubre de 2014

¿Qué ocurre cuando nos enamoramos de una persona que sabemos que nos va a complicar la vida?

He experimentado muchos tipos de felicidad, sin embargo sigo creyendo que la mejor es esa que llega cuando ocurren cosas que creíste que jamás sucederían. Como tú, aunque ahora me de cuenta de que no fue en el momento adecuado, porque nosotros nunca tenderemos momento adecuado. Nosotros, bueno, mejor pensado, nunca tuvimos un nosotros así que hablare de tu y yo. Bien, tu y yo somos la típica historia de amor que aspira a convertirse en un taquillazo, aunque nos hayamos quedado en la producción de una película sin final feliz. 
Pensándolo fríamente, ha sido una historia que hemos vivido yo y mi imaginación, tú solo has sido el personaje protagonista de todas mis expectativas. 
Contigo he aprendido que sí hay cosas imposibles y que la imaginación, mi aliada en tantas ocasiones, puede jugarnos muy malas pasadas. He vivido una bonita historia de amor conmigo misma, porque cuando se chocan cara a cara la expectativa con la realidad se produce una tremenda explosión, con sus daños correspondientes. Yo he salido muy mal parada.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Situación sentimental.


Y así olvidé lo que nunca tuvimos,
con la resaca de las copas que no brindamos, 
con las agujetas de no salir corriendo tras tras tus pasos,
afónico de callar todo lo que no nos dijimos...
¡Qué triste ser feliz... si no es contigo!

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Querer no siempre es poder.

He experimentado muchos tipos de felicidad, sin embargo sigo creyendo que la mejor es esa que llega cuando ocurren cosas que creíste que jamás sucederían. Como tú por ejemplo, al final sucediste. Hace tanto que no ocurre(s) nada que creo que se me está olvidando ser feliz.


Hoy escribo desde mi segunda casa, venir aquí ha sido mi mejor medicina. 
Terminaré de curarme cuando nos volvamos a ver.

sábado, 30 de agosto de 2014

Tan bonita por fuera como por dentro.

Os vengo a contar una historia. Érase una vez una chica que en su adolescencia no era precisamente aquella que hace que los hombres se giren para ver su culo, más bien pasaba desapercibida y vivía un poco en su mundo por su timidez. Conoció muchos chicos guapos que no le prestaban atención ya que iban babeando tras piernas largas, faldas cortas y cabezas vacías. Pero la vida te va moldeando, tanto el cuerpo como la mente. Años más tarde, ella se hacía notar. Ella estaba ahí, pisando fuerte y sonriendo mucho. Por casualidades, se volvió a cruzar con uno de esos chicos guapos que la ignoraban. Él había cambiado físicamente, para mal. Y él, esta vez, fue tras ella. Se reía, pero quizá era en parte por la situación, no la recordaba, no la reconocía. Ella jugaba con ventaja. Pasaron media noche juntos y no pasó nada. Sólo que ella descubrió que aunque su apariencia no seducía como antes, sí que encontraba interesante su forma de pensar. Y eso le hacía terriblemente atractivo. Ella le había dado una oportunidad de conocerse cuando él se la había negado tiempo atrás. Volvió a casa sonriente, sabiendo que esta vez, ese chico guapo, sí que se iba a girar para mirarle el culo y que ella, le había ganado una batalla a las apariencias, era mejor que esa sociedad en la que le pones mala cara a quien se sale de los finos límites de la belleza.

Texto de Serendipia_
Gracias por leerme la mente.

Cuando la vida te pone a la misma distancia de huir o quedarte para siempre.

¿Cuándo es el momento oportuno para la retirada? 
No lo sé. 
En mi lista de fracasos, el primer lugar es el de tropezar con la misma piedra, una y otra vez.
Perdemos la vida por unos ojos que brillen por nosotros. Nos ponemos amores imposibles y pretendemos que amen hasta nuestras cicatrices. Vemos un mundo de color de rosa donde en realidad no hay nada. Fantaseamos planeando cada segundo de nuestra vida junto a alguien que no nos dedica ni una milésima de su tiempo y ninguno de sus pensamientos.
 ¿Acaso no hay que quererse bien a uno mismo antes de que otro nos pueda querer?
¿Acaso no tenemos que amar nuestras cicatrices antes de que otro venga a sanarlas?
¿Acaso no brillamos por nosotros mismos que necesitamos que alguien nos haga brillar?
¿Acaso no podemos deshacernos de nuestro propio caos?
Vivimos queriendo más, pidiendo más y amando(nos) menos.


La vida es el caos más bonito que existe. Disfrutenlo.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Todas las palabras bonitas son sinónimo de tu nombre.

“Y si, estás lejos. No es que no te tenga porque nada es realmente mío. Yo soy de apreciar las cosas, de encontrarle sentido o dárselo si no lo tienen. Ahora que estás lejos, sólo me queda contemplarte. Verte ser feliz con quién quieras, con lo que quieras. Agradecer que alguna vez esa sonrisa fue para mí, que esas manos han tocado las mías y que esos labios una vez hicieron el amor conmigo. Así sea en palabras. Y si, estás lejos, ¿qué importa si lo estás? De esa manera, rodeas también mi vida, a una órbita mayor por supuesto, ¿pero qué importa? Pues de esa manera te conviertes en mi paisaje. Y es así como llego amar a tu ausencia.” 

lunes, 25 de agosto de 2014

sábado, 23 de agosto de 2014

Maybe someday.

"Pensé que lo que sentía por ti no era más que atracción y que si me permitía tenerte en mis fantasías lo suficiente, eso bastaría en la realidad. Sin embargo, pronto me di cuenta de que la manera en que fantaseaba contigo no era en absoluto como los chicos normalmente fantasean sobre las chicas por las que están atraídos. No me imaginaba a mí mismo robándote besos cuando no había nadie alrededor. No me imaginaba deslizándome en tu cama en medio de la noche y haciéndote todas las cosas que ambos deseábamos que hiciera. En cambio, imaginaba lo que se sentiría si te quedases dormida en mis brazos. Me imaginaba lo que sentiría al despertar a tu lado en la mañana. Me imaginaba tus sonrisas y tu risa e incluso lo bien que se sentiría ser capaz de consolarte cuando lloraras."

domingo, 17 de agosto de 2014

Begin again.

Mi noche de sábado se basó en comer helado y disfrutar de ''Begin again'', sin duda os recomiendo esta película. Creo que todo aquel que la vea, en algún momento se sentirá identificado con los personajes, con sus sentimientos y las situaciones que viven. 
Pero lo que más me ha gustado de esta pelicula ha sido su banda sonora. 
''Lost Stars'' es mi favorita, al escuchar esta canción sentí como si me leyera la mente, refleja exactamente como me siento en este momento de mi vida. Os dejo el videoclip y la letra, estoy segura de que os emocionará y os encantará.

sábado, 16 de agosto de 2014

Sentir

Hoy he visto a mi padre disfrutar, reir, llorar, sentir y emocionarse con una película.  
Entonces lo supe, eso es lo que yo quiero provocar en la gente de mi alrededor.
Creo firmemente que no hay recompensa más grande que hacer feliz a los demás con tu trabajo.

sábado, 2 de agosto de 2014

(Des)esperando.

Mi buzón de entrada desea recibir un mensaje tuyo.
Yo estoy deseando abrir un mensaje que me cuente algo de ti.
Así que no nos hagas esperar mucho, nos vas a volver loca con tanto esperarte.

miércoles, 30 de julio de 2014

Esto y más.

Hay veces en que las cosas te superan. Que piensas que has tocado fondo y que ahí te quedas. Luego te acostumbras a esa situación, a ese vacío que te rodea, a esa soledad que te persigue y no te deja sonreír. Pero,¿de verdad vale la pena pasarse media vida estando triste, deprimido o simplemente sin ganas de nada? Puede que al principio pienses que no puedes quitarte toda esa soledad, toda esa nada. Es cierto, no puedes. Pero con el paso del tiempo se va disipando, y puede que tarde más o tarde menos, pero siempre se va. Llega el día en que te has cansado de llorar y de que todo se venga abajo y ríes. Estas harta de toda esa soledad y echabas de menos esa sonrisa, que tus comisuras de los labios se elevaran, que te apareciera ese pequeño hoyuelo en la mejilla izquierda,que tu nariz se arrugara. Y sabes que así es como tienes que estar, feliz. Da igual que todo se venga abajo, que si la vida es dura tu lo serás más, que vas a sacar todas las fuerzas de donde sea para que jamás te vuelvas a sentir así, jamás. Para que vuelvas a disfrutar porque no sabes que pasará mañana. Por tanto, levántate, sal a la calle, ponte tu mejor vestido y un poco de maquillaje,da igual que te de vergüenza que te miren, siéntete guapa por una vez más en tu vida. Pero lo más importante de todo, nunca, jamás dejes que la vida te transforme, te quite las ganas de vivir, de soñar, de reír, de ser tu misma, porque si has venido al mundo es porque tienes algo que aportar. Porque ya venciste la primera carrera de la vida, y las siguientes también lo harás. Porque tu puedes, porque sé que puedes, porque te lo mereces.

domingo, 27 de julio de 2014

Atentamente, Oscar.

"Siempre. Ésa es una palabra horrible. Me hace estremecer cuando la oigo. A las mujeres les encanta utilizarla. Estropean todos los romances tratando de hacer que duren para siempre. Es una palabra sin sentido, también. La única diferencia entre un capricho y una pasión para toda la vida, es que que el capricho dura un poco más."

viernes, 25 de julio de 2014

Ojalá la luna no se canse de ser mi confidente...

Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y
besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa
de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada
noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las
mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirándote y
jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya
la luna. Y quisiera despertar todos los días viéndote despertar. Hacerte el desayuno, el amor.
Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad
el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte
encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que
sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar
de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos
de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que
tenga que pasar esperándote por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar
tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor
antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú.
Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que
nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas,
aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciéndote saber que eres la
mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo.

Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. 


viernes, 18 de julio de 2014

Ya lo dijo el señor Risto Mejide:

 "Para llegar a quererse bien, hay que haberse querido mucho... Rara vez nos planteamos qué tal se nos quiere. Qué tal se nos deja. Cómo se nos recuerda.

Qué tal se nos olvidó.

Se puede querer a cobro revertido, que es el amor de los especuladores.

Se puede querer con el corazón entornado, típico de amores convalecientes.

Éstos también se dan poco a poco,... porque no saben que es fundamental haberse lamido las heridas antes de exponerse a toda piel.

Por ahí muy cerca andan los amores divos, los más propios que existen, esos que se quieren mucho a sí mismos a través de los demás.

Amores taxidermistas, que matan, ahogan y disecan todo aquello por lo que un día se enamoraron de ti. Amores carceleros, que pretende que, además, jamás vuelvas a ver la luz del sol. Amores placebo, que intentan hacerte creer que sin ellos estarías mucho peor de lo que viniste. Amores republicanos, que si no estás con ellos, están contra ellos. Amores demócratas, que sólo parecen triunfar donde los demás la cagan. Amores perros, incapaces de superarse a sí mismos.

Amores taja, que sirven mientras ayuden a olvidar. Amores puente, que sólo te preparan para la siguiente relación. Amores escaparate, que varían según tendencia y temporada. Amores alfombra, que ocultan aún más mierda de la que se ve. Amores cómoda, orgasmos fingidos a partir del tercer cajón.

Amores de primera, siempre con segundas. Amores en oferta, sólo hasta fin de mes.

Quererse mal y pronto. Quererse tanto por tan poco. Quererse mucho sin ser feliz.

Qué coño, quererse al fin y al cabo."

domingo, 15 de junio de 2014

El sexo de la risa


"¿Sabes qué? No sabía lo que era echar de menos. Hasta el día en que te fuiste y me vi obligada a empezar a hacerlo.
No a ti, sino a todas esas pequeñas cosas que te hacían algo gigante en mi vida.
Ya nade se toma la molestia de levantarme a gritos. Si supieras que ya no queda nadie que se atreva a llevarme la contraria. Como si pudiese yo sola con todo este peso.
Qué mundo más absurdo este sin que me obligues a ver todas esas películas sin sustancia que a ti te gustan, y a dormir mirando hacia tu lado.
Espero que la pobre ignorante que te acompañe aprenda a decirte que no, con la misma facilidad con la que yo aprendí a decir que sí.
No te asustes. Todo lo que te odio es sólo una pequeña parte de lo que te quiero. Todo este rencor no llega ni al primer escalón de todos los recuerdos que me hacen escribir esta carta.
Te sigo esperando, sentada en Madrid.
Te sigo esperando, no esperes que se me olvide.
Te sigo esperando, que no se te olvide."

jueves, 15 de mayo de 2014

La luz de Candela.


A veces la vida me viene grande. O quizá sea yo la
que se vuelve pequeña ante tantas cosas que no entiendo.
No lo sé. Tampoco sé por qué te quise tanto,
por qué te sigo queriendo. Ni por qué me cuesta tanto
olvidarte. No entiendo que puedas pasar sin mí,
sin mis besos. Nadie me ha besado como tú, me decías.
Y, sin embargo, prefieres no besarme. O quizá
te mueres de ganas y no te atreves a reconocerlo. Es
eso. Tiene que ser eso. Ha pasado tanto tiempo que
no te atreves a acercarte por miedo a que esté con
alguien, a que te diga que no, que ya no te quiero.
Pero ¿qué hago? ¿Te estás escuchando, Candela?
Tengo que dejar de autoengañarme y de fantasear
contigo. Mi eterno problema: mi empeño en idealizar
lo nuestro, nuestra historia de amor. En idealizarte
a ti. Siempre en lo alto, un paso por delante,
siempre inalcanzable, siempre una pieza carísima
de conseguir. Cuántas trampas me he encontrado a
lo largo de estos años. Y caí en todas. La primera,
aquel primer día.
Recibí un mensaje en el móvil. Decía: «Pon música,
que ya salgo para allá». A esas alturas yo todavía
no sabía muy bien qué venías a hacer a mi casa un
sábado por la tarde. No me creía que tuvieras interés
por mí. Hacía un rato que había terminado de comer
y para calmar los nervios que me producía tu visita,
me duché y me vestí de manera informal. No quería
que notaras que te estaba esperando impaciente.
Me puse un vaquero corto y desgastado que yo
misma había cortado y una camiseta negra que caía
ligeramente hacia un lado dejando al descubierto
un hombro. En los pies, unas chanclas de playa que
mostraban sin pudor las uñas esmaltadas para la
ocasión en tono coral. El pelo recogido, sin maquillaje
y el quemador de canela soltando aroma.
Al fin sonó el timbre. Salté como un resorte, pegué
un respingo y miré el calendario ilustrado con
escenas de clásicos del cine que había colgado en la
cocina. Era 12. Ese día lo tenía marcado en rojo porque
por la noche iba a un concierto. Sonreí y bajé a
abrirte. Llevaba seis meses viviendo en aquella casa y
todavía no había reparado el telefonillo. Varios años
después dejaría la casa y aquel aparato seguiría sin
funcionar. Bajé los peldaños de dos en dos. Las piernas
me temblaban, pero las ganas podían a la inquietud
que me provocaba aquel encuentro.
Abrí la puerta y allí estabas tú. Tan guapo, tan
alto, tan fuerte, tan, tan, tan. Así te veía yo: tan todo.
Llevabas unos vaqueros y una camiseta blanca que
destacaba tu bronceado. Una mirada, y tu sonrisa
dejó al descubierto esos dientes perfectamente ordenados
que muy pronto se iban a convertir en un
escenario tan familiar para mí. Ni siquiera nos saludamos
con dos besos. Ambos éramos conscientes de
que aquella visita supondría un punto de inflexión
en nuestra relación.
Entramos en casa y nos sentamos en el sofá. Sonaba
música de fondo y te ofrecí un café. De nuevo
tu sonrisa anunciando que no querías nada. «Un
poco de agua», sugeriste finalmente. «Agua», pensé
yo. ¡Menuda fiesta!
Traje el vaso y nos quedamos en silencio. En un
último esfuerzo por hacer más llevadera la incómoda
situación me preguntaste qué estaba haciendo. Improvisé
algo, creo que te dije que estaba viendo una
película y te enseñé algunos CD que tenía guardados
en el mueble sobre el que se apoyaba la televisión.
Intentaba ganar tiempo, no sé muy bien para qué.
Te diste cuenta de que tenías el control. Me miraste
con ternura, esa mirada de cuando detectas
que el otro lo está pasando fatal. Alargaste el brazo y
golpeaste con la mano el sofá mostrándome el camino
de vuelta, ese que estaba a punto de emprender.
Cerré la puerta del mueble, me acerqué adonde
estabas y me senté junto a ti. Aun así, guardé una
distancia prudencial porque mi agitado corazón me
alertaba de que comenzábamos a pisar arenas movedizas.
Volviste a sonreír al ver mi nerviosismo y entonces
llegó aquella frase: «Ven aquí, tonta». No
hizo falta. Fuiste tú quien se acercó y quien puso sus
labios sobre los míos.
Ese fue nuestro primer beso. En realidad fue una
primera toma de contacto porque yo me aparté en
cuanto noté el roce de tu boca. Me incliné bruscamente
y me tapé la cara con las manos. De repente
tuve miedo. De ti, de lo que podía suponer aquel
beso.
Volví a mirarte y allí te encontré, con esa mirada
verdeazulada tan cristalina que yo apenas podía sostener.
Y tu barba, que ya había comenzado a salir y
me pedía a gritos que la acercaras a mi piel. Y tu
boca, esa media sonrisa perfecta que me anunciaba
que en breve volverías a la carga.
«Tenía muchas ganas de saber cómo besabas»,
me dijiste. Empezaste a acariciar mis piernas y a besarme
el cuello hasta que de nuevo tus labios se encontraron
con los míos. Y, entonces, ya no me pude
separar.
Nos besamos durante un buen rato. Fue un beso
suave, de reconocimiento. Nos estábamos presentando,
dándonos a conocer.
Fuimos buscando recovecos, hasta aquel momento
desconocidos, y cuando nos detuvimos me di
cuenta de que aquel beso me iba a complicar la vida.
No sabría decir el motivo, pero me saltaron las alar-
mas. Lo intuí, aunque mi intuición se quedó corta.
Muy corta.
Te levantaste y me cogiste de la mano. Me dejé
llevar hasta la habitación y allí me desnudaste. De
repente esa imagen me hizo alejarme por un instante
de la agitación que me había provocado nuestro
primer beso. Al verte casi desnudo en mi dormitorio
supe que ya no había vuelta atrás, así que decidí dejarme
llevar.
Al día siguiente recibí unas flores.
A partir de entonces fueron sucediéndose los encuentros.
Sábados en mi casa, domingos en la tuya,
cenas, visitas fugaces a la hora del café, escapadas de
fin de semana, hoteles recónditos, viajes, desayunos.
Citas siempre envueltas en un halo de misterio porque
eran casi siempre improvisadas.
La adrenalina que me generaba la sensación de
no tenerte seguro no era comparable con nada que
hubiera experimentado antes. De repente, me parecía
que estaba viviendo con los cinco sentidos. Te
convertiste en el centro de mi vida y mis rutinas. Mi
día a día era una película en blanco y negro si tú no
aparecías en algún momento. Tú aportabas el color.
Nos escribíamos y nos llamábamos a cualquier
hora. Nos dábamos los buenos días y tu mensaje de
buenas noches era el que me permitía meterme en
la cama con cierta paz. Nunca completa.

domingo, 23 de marzo de 2014

Miguel Gane ha vuelto ha hacer de las suyas.

Estaba loca, loca de remate,
y era guapa, guapa de cojones.
y conocía a la luna,
y bailaba rock&roll frente al espejo,
y salía
y bebía
y no se acordaba de nada al día siguiente.

Estaba rota, tanto como un trapo,
y era dura, dura de roer,
y odiaba a los poetas,
y se ponía hasta el culo
y lloraba
y se corría
y no se acordaba de nada al día siguiente.

Dormía poco,
y tenía las ojeras más preciosas
que habían ignorado jamás.
Era la princesa de mi cuento,
la que follaba con Extremoduro sonando de fondo
y se metía de todo, menos mis drogas.


Amaba,
era capaz de amar,
por encima de cualquier boca despeinada,
de cualquier trovador de mierda,
de cualquier basura literaria que le escribía,
era jodidamente perfecta,
y su único defecto era yo.

Sospecho que venía de otro mundo,
por eso de que nadie había logrado entenderla nunca,
aunque siempre era la que más gritaba,
y que era inmortal
por eso de sus infinitas pecas,
y que me tenía calado,
y que sabía cosas sobre mí que nadie sabrá jamás.

Era la chica con la que desearíais pasear el resto de vuestra vida,
era la chica diez,
y le faltaban un par de veranos;
conmigo, digo,
y cada vez que me la encontraba por ahí,
me decía que no se acordaría de nada al día siguiente,
y aún así,
me iría a vivir con su olvido,
todos los días del resto de mi vida.


Y qué suerte que aún haya personas que escriban tan bonito. 
Cuando leí este poema de Miguel Gane supe que, en cierto modo, lo había hecho para mí.
Ya me entendéis, metafóricamente hablando.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Canción de autoayuda.

Verás. Todos en algún momento nos sentimos vacíos. Solos. Sin rumbo. No sabemos lo que queremos ni cómo lo queremos. No, no te engañes, no vengo a darte la fórmula de la felicidad. La fórmula de la felicidad no existe. Y yo soy la menos indicada para dártela. Aún así, escúchame.
No somos ángeles. Ni demonios. Somos personas, con nuestros miedos, nuestros sueños y nuestros anhelos. Esos anhelos son demasiado puros para este mundo. Todos queremos algo. A veces no lo sabemos, cierto. Pero sabemos que queremos algo. Tampoco voy a darte la guía para que lo descubras. Eso es asunto tuyo.


martes, 11 de febrero de 2014

Somos un amor lleno de duda y distancia.


Si pudiese, créeme que dejaría de escribir, porque me obliga a recordarte sonriendo, riéndote a carcajadas después de decir una tontería de las mías. Y luego las repetías qué bien sonaban en tu boca, no te puedes imaginar lo bonitas que quedan las palabras cuando están dichas con tus labios.
Echo de menos acosarte a todas horas con mis tonterías que no tenían sentido hasta que nosotros se lo buscamos y me he quedado con unas ganas increíbles de decirte que eres un torpe declarándote. Debería de haberte avisado de que las margaritas huyen de mi porque las desvisto preguntándome si me quieres o no. Culpo a la suerte o al destino de que hoy no estés contándome como te ha ido el día y que mañana no pueda quedar contigo en el sitio de siempre ni abrazarte.
Y hoy solo espero que un día cualquiera preguntes por mi y te digan: está más guapa que nunca, por fin le dio la espalda al miedo; y yo con una sonrisa sepa contarte que te escribí tanto que sobreviví a la ausencia de tus ojos, y por eso lo llamamos ‘’morir de amor’’ porque no termina de matar.