miércoles, 31 de mayo de 2017

Lola con D

Todo sucede con un fin, con un motivo,
nos lo han repetido desde el principio,
que en algún momento,
en algún lugar,
tú y yo.

Todo se acaba por algo,
porque si
o mejor dicho porque no,
porque no éramos
tú y yo.

No sabes,
que antes, incluso,
de verte atropellar mi mirada,
de sentir cómo me invitabas a la vida,
yo ya había visto tus ojos
en algún lugar de mi mente.

Que tú eres ese cruce de caminos
con todos los semáforos en rojo
a lo largo y ancho de toda la Gran Vía
y que a ciegas cruzaría en 8 vidas.

Todo sucede por algo, sí,
supongo que todos los desastres
que hicieron crecer amapolas aquí dentro
solo eran la metamorfosis para prepararme
al huracán que iba a remover la tierra
para dejar paso a flores que desconocía,
a las que tus caderas traían.

No sabes,
que la lluvia no cala si no la noto a tu lado
y que yo soy de calarme hasta en los besos,
que las sequías solo las quiero
para que en las noches me provoques un oasis
y calmar la sed que me provoca tu ausencia.

Todo se acaba por algo,
yo, por ejemplo,
dejé de imaginarte porque un día
te tuve delante
y te confieso que la realidad,
por esta vez,
superó a mi imaginación.

Nunca te lo he dicho pero
antes, mucho antes de las musas,
ya existías tú,
con tu inocencia y tu sonrisa tímida,
pero enseñándome las garras,
haciéndome poeta de nuestro destino.

Antes,
mucho antes de tenerte entre mis brazos
y bailar con mi cuerpo
al compás del silencio,
yo ya te había inventado.
Antes de nadie
y después de todo,
tú y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario