sábado, 30 de agosto de 2014

Tan bonita por fuera como por dentro.

Os vengo a contar una historia. Érase una vez una chica que en su adolescencia no era precisamente aquella que hace que los hombres se giren para ver su culo, más bien pasaba desapercibida y vivía un poco en su mundo por su timidez. Conoció muchos chicos guapos que no le prestaban atención ya que iban babeando tras piernas largas, faldas cortas y cabezas vacías. Pero la vida te va moldeando, tanto el cuerpo como la mente. Años más tarde, ella se hacía notar. Ella estaba ahí, pisando fuerte y sonriendo mucho. Por casualidades, se volvió a cruzar con uno de esos chicos guapos que la ignoraban. Él había cambiado físicamente, para mal. Y él, esta vez, fue tras ella. Se reía, pero quizá era en parte por la situación, no la recordaba, no la reconocía. Ella jugaba con ventaja. Pasaron media noche juntos y no pasó nada. Sólo que ella descubrió que aunque su apariencia no seducía como antes, sí que encontraba interesante su forma de pensar. Y eso le hacía terriblemente atractivo. Ella le había dado una oportunidad de conocerse cuando él se la había negado tiempo atrás. Volvió a casa sonriente, sabiendo que esta vez, ese chico guapo, sí que se iba a girar para mirarle el culo y que ella, le había ganado una batalla a las apariencias, era mejor que esa sociedad en la que le pones mala cara a quien se sale de los finos límites de la belleza.

Texto de Serendipia_
Gracias por leerme la mente.

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