Hoy me he puesto a pensar
que si de todas tus manías
me tuviese con una que quedar,
elegiría sin duda
tu bonito bailar.
Me gustaba que bailaras
con tanta alegría,
y que me enseñases a girar
entre risa y risa.
O al menos lo intentases,
pues yo salía despedida,
pero siempre sabiendo
que luego me recogerías.
Creo que nunca volveré a bailar así,
pero ojalá tú y yo
tengamos una oportunidad,
y así vuelva a ver
en tus grandes ojos brillar
aquella chispa del amor
cuando nos movíamos
muy cerca, al compás,
que bailar de lejos,
no es bailar.
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